Aturdido y confundido miro por la ventana, un intenso corneteo me saca de mi sueñopesadilla. Estaba en un lugar conocido, a la vez desconocido. Montañas de basura y desechos me rodean, una enorme bolsa plástica negra simula una teta gigante, sentí que me aproximaba y comenzaba a succionarla. Los olores se confundían, el paraje estaba solitario. Todo dice que yo vivo ahí. Sigo mi camino, todo parece normal, desaparezco en silencio cuando comienza el intenso corneteo.
Caracas la temida, la amada, la odiada. A veces nos encontramos a gusto, indiferentes o nos provoca salir corriendo. Su verde nos hipnotiza. Su violencia amedrenta. Por ello, hemos preferido verla como nuestra mansión. Imaginándola como un producto de nuestra carne, nuestro sudor, nuestra sangre. Con ello no la hacemos ajena ni lejana, mas bien cotidiana. KochCarrasco somos los observadores, quienes ya curtidos en sus entrañas la exponemos sin reservas.
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